Todo empezó en la adolescencia cuando un amigo de su hermano, que estaba a cargo de un hotel cerca de su casa, le ofreció un trabajo a tiempo parcial durante sus vacaciones escolares. Luego, al cumplir 20 años de edad, ya era el gerente de esa propiedad al contar con la total confianza de sus dueños. Esa experiencia le permitió cuidar bien de los viajeros de todo el mundo y aprender de sus culturas, por lo que se enamoró así de la industria hotelera
Dulce Pérez Colmenárez | Fotos por cortesía del Hotel Islas Secas
Andrey nos comenta que pensó ser farmacéutico, pero una experiencia laboral en la adolescencia le permitió adentrarse y apasionarse por el mundo de la hotelería
Andrey arribó a Panamá, luego de interesantes experiencias en Costa Rica y Nicaragua, para liderar un hotel que viene a complementar la oferta turística de nuestro país, un destino de clase mundial que se está comprometiendo cada día más con la sostenibilidad, pues viajar a lugares paradisíacos es el futuro de la hospitalidad, en especial, en tiempos de postpandemia, lo que motiva a los viajeros a recrearse en espacios más sanos y regenerativos.
Al iniciar esta conversación, Andrey nos comenta que pensó ser farmacéutico, pero una experiencia laboral en la adolescencia le permitió adentrarse y apasionarse por el mundo de la hotelería, donde tuvo la oportunidad de trabajar con varias franquicias de corte mundial. “Sin embargo, aunque las marcas internacionales pueden enseñar lecciones críticas sobre las operaciones, son los pequeños hoteles —como los ecolodges— los que me encantan, ya que están verdaderamente comprometidos con cada región; por ello, pasan a formar parte de cada comunidad circundante, para ofrecer una experiencia auténtica y cultural”.
“Debemos trabajar mano a mano con las comunidades locales para estimular una economía en cadena, que tenga beneficios económicos indirectos y genere empleo local”
Además, respetan el medioambiente para que las generaciones futuras puedan disfrutarlo. “Este tipo de hoteles se especializa en mezclar perfectamente el servicio hacia el cliente con la comodidad y atención en los detalles, lo que produce un impacto ambiental, cultural y social positivo”.
De acuerdo con su experiencia, en este tipo de propiedades el servicio al cliente es inmaculado en todos los frentes, lo que incluye una oferta gastronómica de clase mundial que se basa en el uso de productos y sabores autóctonos. Al mismo tiempo, el ecolodge potencia el trabajo con proveedores locales, a fin de generar experiencias únicas y educativas que expongan a los huéspedes a los increíbles recursos naturales y culturales que rodean al hotel.
“Nuestro objetivo es que cada huésped se convierta en nuestro embajador y comparta la experiencia”
Esa pasión por lo natural comenzó a fraguarse en su país natal, Costa Rica, nación que tiene una marca muy bien posicionada en la región centroamericana debido a su trayectoria en el ecoturismo. También consolidó una grata experiencia laboral en Nicaragua, destino con ciudades coloniales, volcanes, el Pacífico y el Caribe, lo cual agrada mucho a los amantes del buen surf.
Ahora llega a Panamá para ser director general del Hotel Islas Secas, donde espera entregar una experiencia auténtica que enriquezca el viaje de los huéspedes. “Desde el primer día, buscamos crear una vivencia que exalte y sea sensible al entorno natural y que, al mismo tiempo, ofrezca un valor sustancial a nuestros visitantes, anticipando sus necesidades y superando sus expectativas”.
“Ser hotelero es una gran responsabilidad, pero se recompensa cuando ves la cara de felicidad de los visitantes que te expresan su intención de volver y, especialmente, de recomendar la propiedad a sus amigos y familiares”
Este sistema repercute en el altísimo índice de satisfacción de sus huéspedes, lo que los anima a convertirse en embajadores de la marca. Otro de los puntos importantes que está fortaleciendo Andrey es el área de formación de su personal. “Me aseguro de que mis colaboradores sean felices para que su sonrisa salga de su corazón con un genuino disfrute de lo que hacen”. Y es que, para él, su personal es el núcleo de las operaciones, pues entrega los recuerdos más maravillosos o pueden arruinar toda la experiencia. “Mis tesoros más valiosos son nuestros huéspedes y nuestro personal, el cual —en Islas Secas— representa a la cultura local y estamos ansiosos por ver a nuestros visitantes interactuando con ellos”.
Hoy en día, Andrey considera a Islas Secas como un gran tesoro que florece en un archipiélago de 14 islas en total armonía con el medioambiente. “Sus aguas circundantes son el hogar de más de 750 especies de peces y 128 especies de plantas refugiadas con cielos despejados para apreciar las constelaciones. Con solo 9 habitaciones, ofrece una vivencia de hospitalidad de clase mundial”.
Y de recreación de alto nivel… Solo imagínate tener un paseo marino y avistar una ballena. “¡Pocas experiencias en el mundo se pueden comparar con ello! Aquí los huéspedes pueden darse el lujo de disfrutar de su propia playa privada en la isla y de la paz de su increíble entorno. Arena, palmeras y olas para ti solo, junto con el equipo de snorkel, kayaks, tumbonas y un delicioso pícnic para aprovechar al máximo tu día de playa privada”.
Pero para Andrey no todo es la hotelería, también le dedica tiempo a su esposa y le encanta mostrarles a sus hijos las propiedades sostenibles de clase mundial. “Una vez que tengo la propiedad lista y funcionando como se espera, me tomo un tiempo libre para reconectar con la familia y los amigos. Como anécdota, te comento que mi hijo menor iba a nacer el 23 de diciembre. Te podrás imaginar que esa es una fecha clave por la cantidad de huéspedes que debes atender; pero Mariano, mágicamente, nació el 3 de diciembre, por lo que hicimos un viaje para celebrar su nacimiento justo antes de la temporada alta y festiva. Así equilibro mi tiempo entre el trabajo y mis seres queridos”.
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