Foto por J. Isaac López @whoisjisaac
Gracias a su constancia, hoy se posiciona como un talentosísimo gastrónomo que impulsa la industria culinaria panameña
Además de todos los emprendimientos que tiene en mente, su corazón late vigorosamente al percibir el olor de un buen café, sobre todo al conocer su proceso de creación: fabricantes legendarios, cosecha, procesamiento, tostado y degustación.
Así que decidió meterse de lleno en este mundo, visitando a los productores, con el objetivo de proponerles la organización de un evento para celebrar el momento de la cosecha. “Nuestros cafetales son hermosos. Están dentro de bosques, montañas y mucha altura. Bajo este paisaje se siembra el café Geisha, un producto que puede saber y oler a flores, a cítricos, frutas rojas, almendras, nueces… a tantas cosas y en una sola taza”.
Eso lo hace la joya de la corona, especialmente, porque es un tipo de café que muy pocos países tienen. El café Geisha depende del sitio de la siembra; y nuestra tierra es riquísima al tener microclimas, conexión entre el mar Caribe y el océano Pacífico, además de suelos volcánicos gracias al volcán Barú.
Este concepto de La Cosecha ya pasó fronteras y se desarrolló en Guatemala, aprovechando la conexión que tiene Jorge con ese país. “Mi abuela paterna es guatemalteca y conservo muchos amigos en esa nación, quienes me ayudaron a crear un interesante evento en un país donde se produce muchísimo más café que en Panamá. Es una de sus industrias más grandes y fuertes; al mismo tiempo, tienen un desarrollo importantísimo de productores nuevos que están sembrando cafés de especialidad, pues allí se impulsa que la competencia no es por cantidad, sino solo por calidad. Muy probablemente repitamos este escenario en 2021”.
“Yo soy hiperactivo desde niño. Siempre he querido hacer muchas tareas al mismo tiempo y ahora, con 35 años de edad, quiero hacer aún más cosas. Me veo hasta los 95 años creando y creando”.
Como hemos visto, Jorge es muy multifacético y todas esas ansias de hacer muchas cosas al mismo tiempo se resumen en dos palabras: gastrónomo panameño, un nombre que… ¡le encanta! No es muy común, pero abraza todo lo que es. Calificativo al que ahora se le agrega el de promotor turístico, gracias a su amor por viajar, visitar y ver cómo se siembra.
En esos viajes ha descubierto sazones únicas, historias encantadoras y personalidades dignas de resaltar. Estas vivencias las expresa en su negocio La Mesa, un lugar que aglomera todo su temple. “Es privado, seguro y relajado. Es la clave de su éxito: poder transmitir la personalidad de sus socios a un lugar, lo cual es algo difícil de copiar. Ahorita La Mesa la catalogamos como un playground, porque queremos que la gente juegue con nosotros: para sus bodas, bautizos, divorcios… ¡lo que se le ocurra al invitado lo puede hacer aquí!”.
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