Un día decembrino, Oris Palacios de Jiménez @cuarentidiva e Irene Núñez @irenenunezin, con el apoyo de la Diva After Sixty, mejor conocida como la tía Judy Amado de Méndez, me invitaron a participar como madrina en su evento Royal Tea Panama, donde tenía la oportunidad de organizar una mesa a mi estilo, ¿y cómo podía negarme a vivir esta grata experiencia?
Verónica Arosemena. Fotos por Franklin Ferrabona @franklinferrabone
Y es que lo que más me encantaba era tener la responsabilidad de montarla con el protocolo estricto, pero a la vez maravilloso, del té de la tarde; además de actuar como anfitriona de un grupo de diez maravillosas mujeres que, luego de la pandemia, se reunían a compartir juntas y celebrar anticipadamente el día de la madre.
Al empezar a conversar con ellas, me llamó la atención un tema recurrente: casi todas no habían usado su vajilla fina o la habían sacado solo en contadísimas ocasiones, pero la historia que más me impactó (y por la cual les dedico esta columna) fue la de una doctora con 50 años de matrimonio que, ni una sola vez, había estrenado la vajilla fina que había adquirido con motivo de su enlace.
Este relato me hizo reflexionar sobre mi reciente boda y lo que pudiera pensar una pareja de casados con relación a su vajilla: esas cenas familiares, navidades o de cumpleaños que celebrará con su entorno, pero, al pasar el tiempo, el miedo a romperla o no considerar que la ocasión sea tan fina o meritoria hacen que el matrimonio la vaya dejando guardada. Sin embargo, ahora que pasamos tanto tiempo en casa y que las reuniones íntimas se han vuelto la regla, ¡qué mejor ocasión para desempolvarla!
Amigas, tomen en cuenta una consideración: nuestras casas no son un museo y los platos no están diseñados para estar guardados. Además, ¡no es ni pecado ni sacrilegio utilizar nuestra vajilla fina para nuestro uso diario! Como dice la mismísima tía Judy: “¡Aprovecha y sírvete bonito!”.
También recuerda que la vajilla tiene que adaptarse a ti (y no tú a ella), por lo que se debe usar o servir en función con nuestro menú y, si es necesario, compleméntala con otros ítems de nuestra colección o, incluso, hasta alquílalos si la ocasión se presta para ello.
Y, si se llega a romper algún plato (que es el gran temor de muchas), ya no tienen por qué preocuparse, pues ahora existe una tendencia muy fuerte: mix and match, en las que podemos usar nuestra vajilla y mezclarla con platos complementarios modernos, jarrones o copas de colores, a fin de darle más vida.
En tiendas como Belvivir, adicional a conseguir tu vajilla completa, puedes adquirir platos de ensalada, acento, bowls o soperas de diferentes estilos, que complementan maravillosamente a cualquier conjunto de platos y, de esta forma, vamos personalizándolo a nuestros gustos del momento.
Incluso ya no es necesario contar con vajillas de 12 o 18 servicios. Ahora lo importante es comprar un conjunto que cuenta solo con la cantidad de comensales que podemos recibir en nuestro comedor y, si es necesario, invertimos en el plato principal o en los platitos de postre en caso de disfrutar una ocasión más multitudinaria.
Les dejo con una última reflexión: si se nos rompe un plato o una copa, significa que los usamos y que gozamos compartiendo juntos; si se mancha el mantel, ¡bendito sea!, pues probablemente la comida estaba tan rica que sobresaltó del plato o el vino fluía tanto la copa como la conversación.
Recuerda: cada plato, copa o mantel que sufre revela una celebración compartida con nuestros seres queridos. ¡Así que no le des más vueltas y saca tu vajilla!
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